Tomando las riendas

Hace un par de días fui a montar a caballo. Tenía aproximadamente 10 años que no montaba, eso es bastante tiempo considerando que la equitación es uno de mis deportes favoritos y que sin duda los caballos son mi animal favorito.

Ese día literalmente cambió mi vida. Montar a caballo se puede comparar con la vida. Tal vez piensen que estoy un poco loca o que suena absurdo pero si han montado antes o practican equitación me entenderán perfectamente, si no, les explico.

Los caballos son animales super sensibles, me atrevo a decir que mucho más que los perros o cualquier otro animal con el que haya estado en contacto. Son como un espejo, reflejan tu persona, si te sientes ansioso se pondrán ansiosos, si les tienes miedo, ellos te tendrán miedo.

Como había  comentado antes he montando un sin número de veces y jamás les he tenido miedo, incluso he corrido caballos y ese día llegué bastante confiada, me subí al caballo y cual va siendo mi sorpresa que no podía controlarlo.  No me hacía caso e iba para donde quería. Tengo que admitir que estaba bastante nerviosa y comencé a asustarme. Afortunadamente tenía un buen maestro que me ayudó, salimos al campo e iba platicando pero el caballo difícilmente me obedecía.

Mientras cabalgábamos íbamos platicando y yo iba contando mi historia, el ir recordando abría heridas que todavía no habían sanado y el caballo comenzó a alterarse, no quería avanzar y sólo quería regresar. Me percaté entonces de que me estaba poniendo muy ansiosa y justo lo que estaba haciendo el caballo era lo que yo estaba sintiendo.  

En algún punto de mi vida perdí las riendas, perdí el control y el rumbo, aún no se cuando sucedió pero era bastante obvio que yo estaba ansiosa, asustada y me negaba a avanzar. Esta gran lección de vida me hizo percatarme de todo esto, llegué a mi casa y empecé a meditar. Había perdido el enfoque y solo vivía triste por el pasado o ansiosa por el futuro. Olvidé que solo tenemos el presente y que tenía que tomar el control de nuevo.

Tan maravilloso es el universo que justo ese día las cosas dieron un giro inesperado. Unas horas después comencé a sentirme bien, había reencontrado el propósito de mi vida y tuve una de las mejores tardes en años.

Al final del día mientras manejaba de regreso a casa me sorprendí a mi misma cantando, bailando y disfrutando ese hecho, el hecho de manejar de noche por la ciudad, de estar viva y de haber conocido gente asombrosa y sobre todo de haber recibido una de las mejores lecciones de vida, sin duda retomé las riendas y no pienso volver a soltarlas.


La manera en que una persona toma las riendas de su destino es más determinante que el mismo destino. -Karl Wilhelm Von Humboldt

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